אור חורת בקורות לבו של האדם

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jueves, 22 de mayo de 2014

Matók MiDvash #20 - Devarím 5764 - Tiempo de alzar la voz mirando al firmamento: hacer y pedir, y así será


"y os ice' sobre alas de a'guilas y os traje hacia mi'" Revista Matok MiDvash, desde Jerusalem

Matók MiDvásh: prensa electrónica de Ieshivah.Net - Edición No. XX
Menajem-Av 5764, Parasha't Devarím, desde Jerusalem
Edición dedicada a la memoria y elevación del alma de Itsják ben-Ioséf z"l, Boko ben-Leah z"l, Miriam bat-Itsják z"l, Sarah bat-Itsják z"l y Golda bat-Teivl

Contáctanos por clases ONLINE para tu COMUNIDAD, tu colegio o tu tnuáh. Los rabaním de Banáij-Tsión están deseosos de compartir lo que estudiamos cada día, tanto en español como en ivrít. Contáctanos a editor@ieshivah.net para coordinar temas y horarios: sólo necesitas una computadora conectada a Internet, y encontrarte con nosotros en www.beitmidrash.org !!!

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Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leerA modo de Editorial:  Nota producida en exclusividad para Matok MiDvash
TIEMPO DE ALZAR LA VOZ MIRANDO AL FIRMAMENTO: HACER Y PEDIR, Y ASI SERA


Queridos amigos:

Ingresamos esta semana al libro de Devarím -Deuteronomio-: el quinto y último libro de la Toráh, en que Moshéh, previo a despedirse de su pueblo, les advierte bajo qué condiciones vivirán en la tierra de Israel; de modo que no olviden que, aún perteneciendo la tierra y su riqueza a su "vida material", y la Toráh a su "vida espiritual", sólo por mérito de la Toráh y las mitsvót les es concedida la rica tierra que Hashém prometiera a Abrahám, Itsják y Iaacóv en heredad.

El libro Devarím consta, conceptualmente, de diez parashiót (secciones), considerando que Nitsavím y Vaieléj son una única unidad. Y según explica el Gaón de Vilna, cada una de estas diez parashiót enseña acerca de lo que ocurrirá durante su siglo correspondiente en el sexto milenio de la Creación. A fines del año 5764, es bueno saber que este libro que hoy comenzamos a estudiar nos habla especialmente a nosotros. A su vez, enseñan nuestros sabios que cada milenio desde la Creación halla correlato en los siete días de Bereshít (el Génesis). El sexto milenio en que nos encontramos, es expresión del sexto día, víspera de shabát, en que la Creación entera se alista para el día de suspensión de toda actividad, el día de regeneración espiritual y de sagrado reposo. Al respecto, nos dice la Guemará (Tratado Avodáh Zaráh 3a) que "quien se esfuerce en víspera de shabát, comerá -disfrutará de su alimento- en shabát".

El anhelado shabát de toda la Creación, la gran Redención, exige esfuerzo y preparación, y tal preparación debe ser llevada a cabo en el día -el milenio- de la víspera. En tiempos de tal esfuerzo nos hallamos: tiempo de limpiar el hogar y estudiar y elevarnos y vestir de blanco, y alistar las velas y el vino del kidúsh, para el Gran Shabát que se avecina. Estamos en tiempo de Devarím.
Quien se prepara para shabát...

En Devarím, Moshéh habla al pueblo en primera persona, como nunca antes ha hecho. En vez de ser anunciada su palabra por medio de "Y dijo Hashém a Moshéh: ordena al pueblo de Israel...", es él mismo quien presenta sus dichos: "Y me dijo Hashém" (Devarím 2:1). Todos los primeros cuatro libros de la Toráh fueron dichos por boca de Moshéh al pueblo de Israel, y luego escritos por él mismo. No era Moshéh quien hablaba, sino que el Creador hablaba por su boca. Al llegar a Devarím, a la hora de su balance y despedida de Israel, es Moshéh quien habla: recibe de Hashém el dictado preciso -sabemos ya que no falta ni sobra en la Toráh una sóla letra, y aún la perfección y consistencia matemática del texto hace las veces de prueba-, mas lo suscribe personalmente, él, frente al pueblo de Israel. Tal como harán luego todos los profetas que le siguen, Moshéh recibe directamente el mensaje del Creador, y lo desmenuza, lo explica, lo acerca a Israel ahora, en los momentos finales del exilio. Si antes, durante toda la Toráh, prima el carácter "vertical" de la entrega, de Hashém al pueblo, ahora, en cambio, es Israel quien recibe activamente, y aprende a pensar desde su Toráh.

De dos partes se compone nuestra Toráh: la "escrita" -los cinco libros que escribió Moshéh-, y la "Toráh Oral": esta última, a partir de toda la enseñanza oral que Moshéh legó a Iehoshúa y éste a los ancianos y se transmitió desde ellos a cada generación de sabios, de justos y estudiosos, es el desarrollo de la Toráh que habilita su aplicación a todos los órdenes de la vida real. Esta "Toráh Oral" es la que fuera escrita también más tarde, en el Talmud Bablí y el Ierushalmi, en los libros de Sod y de Midrásh, y en todos los que les siguen. El libro de Devarím, en que Moshéh se extiende en explicaciones y desarrollos de cuanto ya ha escrito en los libros anteriores, es paradigma y puente conceptual entre ambas instancias: la Toráh escrita, consistente, compacta y luminosa, y la Toráh oral, que requerirá del estudio y el análisis y la discusión fiel a la Verdad durante todas las generaciones siguientes. Ambas nacen de la misma voz que oímos en Sinai por boca de Moshéh (Shmót -Exodo- 19): "Moshéh hablará, y E-lokim le corresponderá en Voz". Esa voz que suena para siempre y que no cesa, y que por vía del estudio y la acción, despliega cada uno de nosotros desde el alma.

En Devarím, aprenderemos el fundamento conceptual de la moral judía. Si en las lenguas latinas, "moral" sale del latín "mores"="costumbres" (o sea, que la moral está dictada por el uso, por la costumbre), la palabra hebrea "musár" -que equivale a "moral"- sale de la raíz de "Asúr": prohibido, aislado, cerrado. La moral de la Toráh comienza por la aplicación de los cercos que liberarán a la persona del comportamiento animal, instintivo, y le tornarán propicio un camino de verdadera libertad, de verdadero amor, de plenitud y paz.

"Esa voz que suena para siempre y que no cesa", hemos dicho. Y en estos días de Bein-HaMetsarím en que nos enlutamos por la devastación y el exilio espiritual, en que tristecemos en plegaria por la oscuridad que anega el paladar que ansía luz, es oportuno alzar la voz de la Toráh para expandir su sentido, para ahondar en la sabiduría primordial y enlazarnos fuertemente a la Verdad. Desde Ieshivah.Net, simbólicamente, elegimos en estos días inaugurar "KolTorah.Net": la emisora de radio virtual en que, desde ya mismo, es posible atender a clases y conferencias de Toráh de boca de grandes maestros de nuestro tiempo, y a la que desde ya estáis todos invitados (aceptamos críticas, sugerencias y colaboraciones; obviamente, estamos en etapa de pruebas). Porque la voz de la Toráh se despliega en cada deseo, cada acción, cada movimiento de tus manos si es que piensas, y te buscas, y te hallas, te construyes, te liberas. Si aciertas a advertir que no hay verdadera vida sin trascendencia, y que no existe trascendencia sin Toráh.

Tiempo de alzar la voz mirando al firmamento. Tal como nuestros ancestros en Sinai, "Hacer y Oir", hacer y hablar, hacer lo correcto y pedir. Que os sea de provecho el material que, para esta edición, preparamos con amor. Hacer de la Verdad algo que vive en nosotros, y pedir. Y así será.

Con vosotros mis bendiciones,

daniEl I. Ginerman
editor@ieshivah.net

El verdadero sentido de participar de la Verdad

  EL BEIT-MIDRASH Y LA RADIO VIRTUAL DE IESHIVAH.NET

CLASES DE ESTA SEMANA EN NUESTRO BEIT-MIDRASH ONLINE:

* Domingo, 19:30 Israel: Parasha't HaShavu'a (la seccio'n semanal de la Tora'h)
* Lunes, 19:30 Israel: "El Sendero de los Justos"
* Mie'rcoles, 19:30 Israel:  Ciclo "Tora'h para vivir con ella"

Beezrat Hashe'm, y con vuestro apoyo, continuaremos poblando la agenda de la semana con nuevos y variados shiuri'm en todas las a'reas de la Tora'h. Puede haber algunas irregularidades en la agenda durante estos días, porque estamos alistándonos a cambiar la suite de software que soporta al Beit-Midrásh. Nuestras disculpas desde ya por todo inconveniente.

Entretanto, en "KolTorah.Net", nuestra Internet-Radio en etapa de pruebas, puedes disfrutar de shiurím grabados, tanto en hebreo como en español.
Durante la etapa de pruebas, verás que algunos de los shiurím se encuentran en formato RealAudio (*.ra, *.rm): es posible que justamente esas clases (la mayoría está en MP3) no se oigan inmediatamente al clickear sobre ellas, de modo que deberás clickear con el botón derecho del mouse, seleccionar "Guardar archivo", y una vez bajado (son archivos bastante livianos), escucharlos tranquilo.


En el correr de los pro'ximos di'as, inauguraremos con ayuda de D's el nuevo sitio web de Ieshivah.Net, con materiales de estudio y todos los materiales en audio y texto del proyecto. Entretanto, te invitamos a disfrutar las clases que tienen lugar casi cada di'a: en tiempo real, en audio y texto, clases de Tora'h brindadas por los rabani'm de Bana'ij Tsio'n desde Jerusalem. So'lo debes ingresar ahttp://www.beitmidrash.org/, dejar que tu computadora baje durante unos 5 segundos el software con que trabajamos (que se instala solo), poner tu nombre e ingresar.
Si recibes un mensaje de error al intentarlo, por favor desinstala el software clickeando aqui', y vuelve a repetir el procedimiento inicial. Si au'n te da algu'n error, hay varias soluciones posibles, todas muy sencillas, explicadas aqui'.

Materiales para las clases, anuncios, y consultas a los Rabani'm, se canalizan a trave's del foro "Banaij Tsio'n", bajo el auspicio y los oficios de la Comunidad Judi'a de Murcia.
Todo esta en la Torah: solo nos resta verlo, y para ello hay que vivirlo

Se encuentran en preparacio'n tres nuevos ciclos: uno sobre iniciacio'n al estudio de la Guemara'; uno sobre la concepcio'n del mundo y de la vida que cimentan la felicidad hebrea, y otro que, bajo el ti'tulo "Netso'r leshonja' meRa'" ("preve'n a tu lengua del mal"), trabajara' sobre todos los aspectos relativos al cuidado de la lengua, y la verdadera incidencia y valor de cuanto hablamos en nuestra vida espiritual.



Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leerPalabras de la mujer judía
DE COMO UNA MUJER FUE MANANTIAL DE VIDA PARA TODOS

por Galia Ginerman
  
Nota original, en hebreo, exclusiva para Matok MiDvash. Traducción: Ieshivah.Net

Justo desde dentro del abismo más oscuro, la esperanza 
y la fe te conducirán a la más grandiosa solución.

Queridas lectoras:

A partir de esta semana, comenzaremos en nuestra columna un "paseo" por la identidad de las distintas personalidades femeninas del Taná"j: seguramente, del análisis de sus modos de conducirse, se enriquecerá nuestro conocimiento acerca del rol y la esencia misma de la mujer en el mundo judío.

Como introducción, quiero señalar un detalle notable, que ha de ser de indudable provecho para comprender qué espera de nosotras la Toráh, y qué tipo de potencia depositó el Creador en las mujeres desde el momento de la Creación. Y helo aquí: No se halla en todo el Tanáj (en toda la Toráh, en los Profetas, en los Escritos) una sóla mención a una mujer judía a la que pueda llamarse "pecadora" o "transgresora". Los hombres, en el pueblo judío, infringen con frecuencia la Toráh; y encontramos de ello multitud de ejemplos: Koraj, Datán y Abirám; los espías que envía Moshéh; y la mayoría de los hombres de Israel que vuelven una y otra vez a dejarse tentar por las distintas formas del pecado. Frente a ésto, no hay mención a mujer de Israel alguna a quien se pueda juzgar por pecadora.

Hay, no obstante, descripciones de pecados específicos cometidos por mujeres, tal como el pecado cometido por Miriám, la profetisa, a quien conoceremos hoy: no obstante su único pecado, Miriám es una "tsadéket", una persona "Justa", que es la más alta categoría a que un ser humano puede acceder.

Miriám "haneviAh" (la profetisa) fue hija de Amrám y Iojébed, ambos de la tribu de Leví. Iojébed era hija de Leví, y Amrám era su nieto. Miriám es hermana de Moshéh y Aharón.

Comenzamos a conocer la personalidad de Miriám en parashát Shemót (la primera del libro de igual nombre -Exodo-), cuando se relata el decreto de Faraón que sentencia a muerte a todos los hijos varones de los hebreos, y exige la colaboración de las dos parteras hebreas, Shifráh y Puáh, para asesinarles ni bien nacidos.

Shifráh y Puáh son nada menos que Iojébed y su hija Miriám. La razón de que Miriám fuera apodada con el nombre de "Puáh" es que éste significa "susurrar, hablar en voz dulce", y tal era lo que hacía ella con todos los recién nacidos para consolarles y tranquilizar su llanto.

Más atrás en el tiempo, vemos a Miriám parada vigilante junto a la orilla del río Nilo, con la mirada atenta sobre la "teiváh", la canasta que flotaba sobre el río llevando dentro suyo a su pequeño hermano Moshéh, aguardando presenciar qué destino le habría de tocar. Cuando la hija de Faraón halló la canasta y tomó al bebé para sí, reaccionó Miriám inmediatamente: se dirigió a la hija de Faraón y le ofreció, por nodriza para el bebé, nada menos que a Iojébed, su verdadera madre.

Años después, cuando el pueblo de Israel sale de Mitsráim y cruzan el Mar Rojo, es ella quien toma una pandereta entre sus manos y sale a instar a las mujeres a entonar "Shirát haIám", el Canto con que agradecen a Hashém por el inmenso milagro.

Por fin, la vemos cometiendo pecado de maledicencia contra su hermano Moshéh, y nos enteramos de que "tsará'at", la "lepra espiritual", es lo que obtiene para sí quien comete maledicencia. Junto a todo Israel esperamos por ella siete días, hasta que se cura de la "tsara'at" y recibe autorización de retornar al campamento.

Cuando toca el turno a Miriám de abandonar esta vida, al cabo de cuarenta años de tránsito por el desierto, junto a ella desaparece la fuente de agua que saciara la sed de todo el pueblo acompañándoles, trasladándose junto a ellos a todo lo largo del camino.

Hay un elemento particular de la figura de Miriám que se deduce de cada acontecimiento de su vida, y que deseo destacar: Miriám es símbolo de la vida, de la vitalidad. Es Puáh que preserva con vida a los recién nacidos; es quien cuida y vigila a Moshéh cuando éste flota en su cesta sobre el Nilo, y se asegura de su destino; es quien estimula con su canto a las mujeres a cantar tras el cruce del Mar Rojo, y les instila la esperanza y la fe. Es por mérito de ella que un manantial de agua potable acompaña al pueblo de Israel por el desierto, a lo largo de cuarenta años.

El Midrásh nos ayuda a completar el dibujo de Miriám. Cuando Faraón decretó que los varones recién nacidos debían ser arrojados al Nilo, Amrám, padre de Miriám y Aharón (Moshéh aún no había nacido), decidió separarse de su esposa. Arguyó que no tenía sentido alguno traer al mundo niños que ya estuvieran sentenciados a muerte en el momento de nacer. Siguiendo sus pasos, todos los hombres de Israel se separaron de sus esposas.

Miriám, una niña de cinco años en ese momento, enfrentó a su padre: "Eres peor que Faraón", le dijo. "Faraón sentenció a muerte sólo a los varones, y tú acabas de sentenciar a varones y niñas por igual. Faraón les sentenció una vez nacidos, tú les matas antes de que nazcan. De la sentencia de Faraón no hay seguridad de que se cumpla, y la tuya, en cambio, se cumple en la acción inmediatamente". Aceptó sus palabras Amrám, se reunió con su mujer, y siguieron su ejemplo nuevamente todos los hombres del pueblo. Con esta única acción, Miriám salvó la existencia misma del pueblo de Israel, que corrió riesgo de no trascender su propia generación.

Miriám es recordada por el Midrásh también en relación al nacimiento de Moshéh. Cuando enfrentó a su padre, le dijo también que nacería de él un hijo que redimiría al pueblo de Israel. Y con sus palabras, inyectó en Amrám y en el pueblo todo la esperanza de redención. Cuando nació Moshéh, pareció que su profecía no se podría cumplir: ya no era posible retener un bebé en el hogar sin que lo descubrieran y asesinaran los egipcios, y su madre se vio obligada a ocultarlo en una cesta y arrojarlo dentro de ella al río Nilo, rumbo a una muerte segura.

En ese momento, Amrám se llenó de enojo contra su hija, y le dijo: "¿Dónde está tu profecía, hija mía?". Mas Miriám, compenetrada en su fe y cierta en su visión, se apostó junto al Nilo a vigilar la cesta en que flotaba su hermano pequeño: no por curiosidad, sino para ser testigo de qué medios elegiría Hashém para salvar a Moshéh. Y la salvación de Moshéh vino desde la dirección más "absurda" de todas: justamente la hija de Faraón le halló, y justamente eligió adoptarlo y criarlo en palacio, bajo las propias narices de su padre Faraón. Del propio palacio de Faraón saldrá Moshéh, a la postre, a liberar al pueblo de Israel.

En esta acción, nos enseña Miriám algo que es muy importante conservar siempre con nosotros: aún cuando parezca que no resta esperanza y todo está perdido, hay que especialmente reafirmarse en la fe; porque a veces es precisamente desde dentro de la mayor angustia (desde la mayor fuente de angustia) que nace la mayor solución imaginable.

Vemos nuevamente la fuerza de la fe de Miriám cuando tienen las orillas del Mar Rojo a sus espaldas, tras la derrota de Mitsráim que acaba de sucumbir dentro del mar, y toma ella su pandereta y canta a las mujeres para animarles, para estimularles a unirse felices al agradecimiento por el estremecedor milagro que acaban de vivir, aún cuando nada saben de lo que habrá de depararles el desierto. Con su canto, les insta a la fe en Hashém, e implanta la fe que latirá en ellas durante los cuarenta años de caminar por el desierto.

Miriám, la que da vida a los niños, la que demuestra una enorme fe que da apoyo a Moshéh y a las mujeres de Israel, reúne el mérito necesario para que, por ella, un manantial de agua acompañe a Israel de sitio en sitio a lo largo de todo su largo derrotero en el desierto. ¿Por qué un manantial de agua? Porque el agua es vida, vitalidad como la que Miriám depositó en todos. Y el manantial desaparecerá con ella.

En estos días de "Bein-HaMetsarím", de duelo por la devastación y el exilio espiritual, debemos abrevar de la fuerza y la fe de Miriám, y tomar conciencia de que justamente desde dentro del abismo en el que a veces parece esfumarse la esperanza, justamente desde allí habrá de germinar la "ieshu'áh", la Redención. Y por mérito y acción de esta Fe, sea Voluntad de Hashém brindarnos agua que nos vivifique en los desiertos de la vida, hasta la oportunidad de la verdadera y completa GueUláh.



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Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer   Desde parashát Devarím, una advertencia fundamental
 que nos está destinada

  
HABIA UNA VEZ DOS MUJERES
por Rav David Shlomo Mendelsohn  Nota original, en hebreo, exclusiva para Matok MiDvash. Traducción: Ieshivah.Net

¿"Y fue en el año cuarenta en el duodécimo mes, el primero de mes, habló Moshéh al pueblo de Israel de acuerdo a cuanto Le ordenó E-lokim"
(Devarím -Deuteronomio- 1:3)

Había una vez un hombre que tenía dos mujeres: una de ellas era hermosa, gran ama de casa, y dueña de abundante patrimonio. De nada tenía que preocuparse su marido: ni del sustento ni de las necesidades del hogar. Ella siempre le esperaba con deliciosos manjares y la casa agradablemente dispuesta. Pero algo faltaba de ella: no podía darle hijos.

La segunda esposa era inteligente y respetable, y su vientre había sido bendecido con abundante descendencia; mas carecía de bienes materiales.

Un hombre en tal situación, si actúa con sabiduría, puede ser agradable y amable con ambas esposas y cuidar el equilibrio, y no se despertará celo alguno entre ellas. Mas nuestro personaje no era especialmente sabio, y sus cualidades dejaban que desear. De tal modo, demostraba su afecto sólo a la mujer que le proveía comodidad y sustento, y con la segunda no hacía sino buscar rencillas, al tiempo que ni siquiera le proveía buen alimento.

Un día, se vio empujado a viajar a una ciudad lejana; llevó consigo a su mujer favorita, y con ella, a toda su riqueza. Mas en el camino, fueron emboscados por una banda de asaltantes que secuestraron a su esposa y sus riquezas, y le dejaron abandonado. Falto de todo retornó a su hogar, a su segunda esposa. Ella se dirigió a donde el rey y llegó hasta él con súplicas, con llanto, rogándole la ayudase a ella, a su marido y a sus hijos que acababan de quedar carentes de todo y estaban hambrientos de pan. Halló gracia a ojos del rey la actitud de la mujer, de modo que decidió ayudarles. Les introdujo en su palacio, se hizo cargo de su alimento y su bebida y sus vestidos, y aseguró que así lo haría hasta que lograran reunir con ellos a la otra esposa con toda su fortuna. Durante todo el tiempo en que se alojaron en el palacio del rey, nada les faltó. Y no obstante, este hombre, ausente de todo reconocimiento a su esposa, siguió peleando con ella y maltratándola en cada oportunidad. Y el rey, veía y callaba, y hacía como que no lo notaba.

Al cabo de un tiempo, hallaron a su otra esposa en un país lejano. Hasta allí envió el rey a una legión con el encargo de vencer a los secuestradores, y traer de retorno a la mujer con su riqueza. Mas antes de enviarlos a su camino, llamó al rey a nuestro hombre, y así le advirtió: "He observado tu comportamiento durante todo el tiempo que residiste en mi palacio, y temo que olvidarás el bien que te he hecho por mérito de tu esposa, que halló gracia a mis ojos y mereció mi comprensión y benevolencia. Y temo que todos tus pensamientos se dirigirán únicamente a tu otra esposa, en tanto a ésta continuarás sometiéndola a maltrato y humillación. Por ello, te prevengo: ti tal haces, me vengaré y haré justicia. Tal como te comportas con la mujer que te da la más primaria satisfacción, compórtate también con la segunda".

La vida de este mundo y la del mundo venidero, la vida material y la espiritual, se relacionan cual estas dos mujeres. Y el hombre debe saber cómo comportarse de modo tal que no se suscite el "celo", la envidia entre ellas: acreditar a su espíritu buenas cualidades, mitsvót, una vida de bien sustentado en la Toráh; y no abocarse exclusivamente a las cuestiones, placeres y apetitos de la vida material.

Durante su esclavitud en Mitsráim, el pueblo de Israel vivía mucho más sumido en la materia que ocupado en "bienes espirituales". Mas fueron liberados, y salieron de Mitsráim al desierto, y allí, frente al monte Sinai, prometieron cumplir con la voluntad de Hashém y elevar sus almas a través del constante trabajo sobre sí mismos. Por vía de este trabajo se elevaron espiritualmente a la categoría de ángeles, y Hashém -el Rey- les proveyó todo el sustento necesario durante cuarenta años, asegurándose que nada les faltara, en mérito de su Toráh. Aún así, se quejaban y rebelaban y transgredían las condiciones aceptadas. Y Hashém, veía y callaba, y hacía como que no lo notaba.

Cuando llegó el momento de ingresar por fin a la tierra de Israel y heredarla de manos de los reyes de Cna'an, pasados cuarenta años "en el palacio" sostenidos por el Rey, envió Hashém a Moshéh a que presentara a Israel las advertencias necesarias: que no olvidaran la Toráh y las mitsvót al ingresar por fin a la tierra de Israel, que no se dejaran atrapar por la abundancia material que esta tierra bendita les depararía, que la riqueza material no les hiciera olvidar por mérito de qué disponían de ella. Que ahora que habían recuperado a su primera esposa, a su vida de este mundo, no olvidaran a su otra esposa, su vida espiritual, que era quien realmente les había salvado y sólo por su mérito les había sido dado sobrevivir.  Que, por el contrario, se esmeraran en el ejercicio de la Toráh y el cumplimiento de las mitsvót sin cesar en el disfrute de los bienes de la tierra. Y que, de lo contrario, Hashém haría justicia.


Fuentes: Ba'al ha'Akedáh, Devarím.

Los Cielos son al Creador, y la tierra...



Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer Hablemos del Habla...
"ESTAS SON LAS PALABRAS": HONRAR EL NOMBRE QUE NOS NOMBRA

por Gabriel ben-Israel   
Produccion para LebEjad y Matok MiDvash

Ocurrió una vez con el rab Israel Salanter ztz”l que estaba en la casa de un millonario y, frente a ellos, en la mesa, había una caja abierta llena de dinero. De pronto, llaman al dueño de casa y éste sale afuera, pero le pide al rab Israel, que se quede sentado y lo espere allí, pues volvería enseguida. Pero el rab no lo escuchó y salió atrás de él. Le pregunta, ¿por qué no me esperas dentro?

A lo que el rab contesta: Hashem nos prohibió estar a solas en un ambiente cerrado con una mujer que no es nuestra esposa, hija o madre. Por otro lado, dice el Talmud que la minoría de la gente tiene “problemas” con mujeres, pero la mayoría cae en el robo. Si Hashem nos prohibe encerrarnos con una mujer, cuanto más que no podemos estar a solas con dinero que no es nuestro. Como sigue la guemará, "la minoría en temas de mujeres, la mayoría en robo y “todos” en “abak” lashón hará" ("abák" es polvo; "abák lashón hará" es un lashón hará -maledicencia- indirecto, como encubierto).

Dijo el “Pnimin Iekarim” acerca del versículo "eleh hadebarím" con que empieza nuestra parasháh: la palabra se compone de las iniciales de “abák lashón hará”. Por eso Moshe Rabenu le habla a “todo” el pueblo de Israel, a “todos”, porque todos caen en “abák lashón hará”.

Comenzaremos, con la ayuda del Boré Olám ("Creador del Mundo"), con el prólogo del libro Jafetz Jaim; así agradece por su obra el Rab Israel Meir Hacohen ztz”l:
Bendito Hashem, D-s de Israel que nos separó de todos los pueblos, y nos dio Su Torah, y nos hizo entrar en esta tierra sagrada para que tengamos el mérito de cumplir todos Sus preceptos, y toda la intención de Hakadosh Baruj Hu es solamente para “nuestro bien”, para que con las mitsvót seamos “santos” para El, como está escrito en Bamidbar 16,40 y decimos dos veces por día en el Shemá: “lemaan tizkerú...”; "para que recuerden y hagan todos Mis preceptos, y sean “sagrados” para vuestro D-s”, y que con ésto podamos recibir toda Su influencia positiva y todos Sus favores en este mundo y en el mundo venidero, como está escrito en Devarim 10, 12 y 13: “ma hashem elokeja shoel... letob laj”, los versículos dicen: ahora Israel, qué te está pidiendo Hashem, Tu D-s?, que le tengas temor (irAh: el temor que nace de la reverencia), que te conduzcas por Sus caminos, que lo quieras y que lo sirvas, con todo tu corazón y con toda tu alma. Que cuides los preceptos de Hashem y Sus leyes que Yo te ordeno hoy, PARA TU BIEN”.

Y aquí nos hace una aclaración importante el Jafetz Jaim; nos dice: fíjate lo que explica el Ramban, en su explicación de la Torah, y cómo relaciona el principio del vers.12 con el final del vers.13, y dice lo siguiente: cuando una persona nos pide algo, nunca nos va a pedir algo “para” nuestra necesidad, por supuesto: nos pide desde su necesidad. No así Boré Olám. El nos está pidiendo cosas PARA NOSOTROS, para nuestro bien, por eso se engancha el “que te pide” con el “para tu bien”, ya que Hashem no necesita nada, El es el dueño de todo.

Solamente a nuestros “padres”, Abrahám, Itsják y Iaacov, les “pidió” honrar Su Nombre: ¿para qué, si en verdad no lo necesita?. Fue para elegirnos entre todos los pueblos, para decidir de quién va a salir la simiente del pueblo de Israel, de Abrahám, de Itsják y no de IshmaEl, y de Iaacóv y no de Esáv.



Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer "Poco le falta, al hombre, para ser un ángel"
LA GRANDEZA DEL HOMBRE QUE VE PORQUE HA ELEGIDO ESTAR DESPIERTO

por Rav Natan ben-Jaím  
Nota producida en exclusividad para Matok MiDvash

"Estas son las palabras que dijo Moshéh al pueblo de Israel..."  (Devarím 1:1)

Dice Rav Jasman: "Si observamos a los hombres, nos encontramos que los hay de dos clases  opuestas. Por un lado tenemos a quien observa sus caminos y presta atención a su andar: éste es el hombre que está completamente vivo.  Del otro lado, se encuentran aquéllos que no observan con atención, y su intelecto está aletargado, dormido". Explica Rav Jasman que la distancia entre estos dos grupos es como la que media entre el Cielo (lo más espiritual y elevado) y la Tierra (que no es sino un cuerpo compuesto de minerales).
En nuestra parasháh y haftaráh nos encontramos con ambos grupos. Al hombre vivo lo hallaremos en la generación del desierto, según lo explica Sifri: por cuanto que son "palabras" lo que dice Moshéh, no las utiliza para revelar directamente su reproche y su enojo por cada ocasión en que el pueblo de Israel transgredió las órdenes de Hashém, sino que insinúa cada uno de los casos por medio de enumerar los lugares en que los pecados del pueblo fueron cometidos. La grandeza de Moshéh le hizo cuidar el honor del pueblo, y les dio los lugares por pista para que comprendieran la culpa y el enojo. Y bastó con la señal.

Moshéh cuida de que el pueblo no se avergüence, no se sienta degradado de su dignidad. Moshéh, hombre atento y observador, que piensa y mide y considera, da estas señales al pueblo recién antes de morir, para evitar que el pueblo, al verse en el espejo de todo el mal cometido, se avergüence en lo sucesivo ante él. El sabe que el reconocimiento del mal cometido producirá una inmensa vergüenza, y que el pueblo ya no podrá "mirarlo a los ojos" después. Es por ello que posterga hasta ahora, hasta la hora de su propio balance final, la "tojajáh": la reprimenda, la acusación, y la exhortación para el futuro.

Tras la lectura de la parasháh, leemos cada shabát la haftaráh: una porción de los profetas que se corresponde en su sentido con la parasháh de la semana. Acompañando a Devarím, hallamos en la haftaráh a Iehoshúa (Josué), sucesor de Moshéh, que reprende de este modo a Israel: "El toro conoce a su dueño, y el burro conoce el alimento que su dueño le da. Israel no sabe. Mi pueblo no observa". Hay cierto estado, cierta situación -nos dice Iehoshúa- en que el hombre, cúspide de la Creación, es comparable al toro y al burro, que por naturaleza pertenecen al extremo opuesto.

Tal sucede porque "mi pueblo no observa": Lo que el toro y el burro saben, pertenece intrínsecamente a su propia esencia; les es natural y constante, y no está sujeto a su propia elección. Mas en el hombre,  conocimiento y sabiduría dependen de su elección, de la profundidad de su observación y de su esfuerzo en comprender, y por fin, de su determinación a actuar en consecuencia. Si el hombre se comporta "a semejanza del Creador" (a cuya semejanza ha sido creado), se aproximará a ser un hombre completo, acerca del cual advierte el rey David (Tehilím -Salmos- 8:6): "Poco le falta para ser un ángel".
Casi un ángel

¿A qué se parece la situación? A un hombre que duerme. Mientras duerme, está completo, con toda su fuerza, su sabiduría, su inteligencia, su vivencia espiritual, su experiencia. Todo está en él. Mas él, completo, se encuentra en suspenso. Sólo es necesario que despierte para que podamos comprobar que nada ha cambiado en él, que se ha preservado tal cual estaba antes de dormir. Pero mientras duerme, no es muy distinto a una piedra: no tiene existencia real hacia fuera de sí. Como él, quien no presta atención en profundidad, no observa, no extrae conclusiones, no se eleva ni crece en verdadera sabiduría: duerme, en permanente suspenso. Porque la importancia de quien no observa con atención y profundidad y saca conclusiones y actúa honestamente desde ellas, como la importancia de quien duerme, proviene únicamente de la expectativa de que despierte por fin, y se yerga entero y completo a ser todo lo mejor que ha nacido para ser.


No será por la fuerza de los ejércitos...




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Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer  "Bein haMetsarím":
EL DOLOR DE UNO, QUE SE ALIVIA; Y EL DOLOR DE TODOS, QUE HAY QUE APRENDER A SENTIR


por Rav David Meir  
Nota original, en hebreo, exclusiva para Matok MiDvash. Traducción: Ieshivah.Net

Cual para todos los órdenes de la vida, también para el luto nos provee reglas la Toráh. Reglas precisas que posibilitan una expresión genuina de lo que el luto debe producir.

En estos días, durante las tres semanas de "Bein HaMetsarím", guardamos luto por la destrucción del Templo de Jerusalem, y por la situación de devastación y exilio espiritual consiguiente que se prolonga hasta hoy; lo que torna oportuna la profundización en las reglas que establece para el luto la Toráh.

Cuando las estudiamos con atención, lo primero que nos llama la atención es el la diferencia radical entre cómo establece la Toráh el luto personal (el duelo tras el fallecimiento de un pariente) y cómo rige, en cambio, el luto colectivo de estos días. En el luto personal, lo más duro y pesado está reservado al inicio del proceso, y las restricciones y la contrición van disminuyendo con el paso de los días: el primer día, tras la sepultura, se rasgan las vestiduras; luego tres días de llanto y estado compungido; siete días de reclusión reflexiva; treinta días en los que está prohibido cortarse barba o cabello;..., etc.

A la hora del luto colectivo, cual el de estas fechas, la Toráh dibuja el proceso de modo inverso: de lo liviano y soportable, hasta la mayor contrición al final. Desde el 17 de Tamuz nos abstenemos de danzas y música festiva; desde el inicio del mes de Menajem-Av reducimos todas nuestras actividades de provecho; durante la semana en que cae el noveno día del mes nos abstenemos incluso del baño y del lavado de ropa; la víspera del 9 evitamos todo alimento sofisticado; y el propio 9, ayunamos completamente desde el atardecer hasta la noche siguiente, unas veinticinco horas después.

La solución de la interrogante es inmediata. En cuanto respecta al luto personal ante el fallecimiento de un ser querido, la norma de la Toráh expresa el modo natural en que vivimos el dolor de la pérdida: el sentimiento más intenso y auténtico lo  experimentamos en los primeros momentos, en los primeros días; y a medida que pasa el tiempo, naturalmente, la intensidad del dolor va menguando. Las reglas establecidas por la Toráh para este proceso acompañan la reacción humana natural ante la pérdida personal.

La contrición, el dolor, por fin el luto ante la destrucción del Beit-HaMikdásh -el Templo de Jerusalem- y la devastación espiritual de nuestro pueblo, no son en cambio una actitud connatural a nosotros, sino una actividad sagrada a la que debemos aproximarnos voluntariamente, a conciencia, anhelando la redención definitiva y completa.

La naturaleza humana nos lleva a habituarnos a toda situación en que nos hallamos, a hallar nuestro lugar bajo cualquier circunstancia. Y nosotros, que nacimos ya dentro de esta situación de devastación y exilio espiritual, nos habituamos inmediatamente a ella, y en sus condiciones aprendimos a vivir.  No vivimos, por consiguiente, de modo natural y espontáneo el auténtico dolor y la amargura y el horror del exilio y la destrucción, en la magnitud en que nos toca y nos influye -hoy mismo- directamente. Para nosotros, este estado de luto es "oficio sagrado", es ofrenda a Hashém, es otro modo de aproximación a lo que realmente hemos de ser en esta vida. Y tal es un proceso al que debemos arribar "desde otro lado", mediante el esfuerzo y el estudio y la reflexión desde la Toráh cuanto de nosotros mismos,  mediante la introspección y la observación de cuanto nos concierne de la devastación y el exilio. Gradualmente, paso a paso, ingresamos entonces. Y por ello, las reglas de este luto que nos abarca a todos, regulan un proceso inverso al del luto personal. Vamos de lo liviano a lo pesado, de lo fácilmente soportable a la más poderosa experiencia del dolor y la contrición.

Es, por ello, obligación en estos días, consagrar tiempo al estudio y la reflexión en cuanto se relaciona con la destrucción del Beit-HaMikdásh y con el estado de exilio y degradación espiritual, de oscuridad  que se prolonga hasta nuestros propios días, para acercarnos a una percepción de la verdadera magnitud de la desgracia, y actuar en consecuencia, anhelando y suplicando y produciendo con nuestros actos el momento en que este dolor fundamental se vea confortado, con la completa Redención, sea Voluntad de Hashém que muy pronto en nuestros días, Amén.



Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer  HOY NUESTROS SABIOS NOS DEVELAN:
DE DONDE NACE EL VERDADERO DERECHO A RECLAMAR

Cumplía con todas las mitsvót...

En el Tratado de Brajót del Talmud Bablí (hoja 31b) se discute acerca de la plegaria elevada por Janáh, esposa de Elkanáh, protestando ante el Creador por su esterilidad y suplicándole hijos. Su plegaria (Samuel 1:1) tiene respuesta final en su embarazo, del que nacerá el profeta ShmuEl, que habrá de suceder a Eli en el oficio sagrado.

Y así dice Janáh frente a Hashém: "Amo del Mundo: de cuanto creaste en la mujer, nada creaste en vano; ojos para ver y oídos para escuchar, olfato para oler y la boca para hablar; manos para realizar trabajo con ellas, piernas para caminar. Y senos, para amamantar con ellos. Entonces, si me has dado senos, ¿por qué no me das hijos que amamantar? Dame hijos y podrán mis senos amamantar".

Los sabios llaman la atención sobre el problema que este argumento está llamado a generar, si es aceptado tal cual por el Creador. Tal lo explica el Jatám Sofér: "en principio, toda mujer que no puede tener hijos podría reclamar con este argumento. Mas este argumento requiere de un soporte que no cualquiera puede ofrecer: 248 órganos hay en el cuerpo, destinados a cumplir con ellos 248 mitsvót. Sólo quien dedica fielmente cada uno de sus órganos al cumplimiento de su finalidad sagrada, puede reclamar que ninguno de ellos resulte impedido de su verdadera misión".

Hashém honra su propia palabra, y admite que el hombre que responde a su compromiso con la Verdad le reclame. Janáh, una tsadéket que cumple todas las mitsvót que se encuentran a su alcance, tiene entonces derecho a exigir del Creador una enmienda de su situación. Y el Creador, a la vista de su razón, responde positivamente.


Todo esta' escrito; y estamos aqui' para aprender a leer  ¿CONFORMARNOS CON MENOS QUE LA VERDAD? 

por Gabriel ben-Israel   Produccion para LebEjad y Matok MiDvash
para LebEjad no. 36 y Matók MiDvásh

Hashem, vuestro D-s, les hizo crecer, y ahora son, en cantidad, como las estrellas (Devarim 1,10)

Explica el “Or Hajaim” Hakadosh, acerca de la comparación "como las estrellas", como dicen Jazal en el tratado de Sanhedrin: “no hay número para los malvados”. Esto es: a pesar de ser muchos, el hecho de que haya más, no los hace “ser más”. Intentaremos entender este juego de palabras...

En cambio, la cantidad de personas justas, cuando aumenta, se ve, se nota; a pesar de que sean contados, como las estrellas, su crecimiento “llama la atención”.
Hashem no hizo que seamos una “cantidad importante” (en cantidad) entre los pueblos, siempre fuimos una pequeña minoría (pero una minoría que sí se nota, Baruj Hashem: siempre todos se ocuparon de nosotros).

Ahora veamos: dado que somos pocos en cantidad, podrían venir representantes de las mayorías a decirnos: “Está escrito en vuestra Torah, que en las decisiones hay que ir siempre detrás de la mayoría, y por cuanto que nosotros somos mayoría, entonces, ¿por qué no reconocen que nuestros dictámentes son justos y valederos, y no renuncian a vuestra fe para convertirse a nuestra creencia?”, jas veshalom.

La respuesta nos la trae el rab Iosef Jaim ztz”l de Bagdag, más conocido como el Ben Ish Jai, o, como lo nombra el rab Bosner Shlita, el “Bagdude Rebe”:

Cuenta que había un reino cuyo rey vivía recluido dentro de su palacio, sin salir jamás. Nadie, en la ciudad, conocía su rostro, y le tenían un gran respeto y también temor.
Sólo sus 7 ministros habían visto al rey cara a cara, iban a verlo para tratar los asuntos del gobierno, escuchaban sus órdenes y salían inmediatamente a ejecutarlas.

Entendemos que los ministros eran muy poderosos, ya que sólo tenían que decir que el rey había ordenado algo para que ésto se realizara. Por este motivo, ellos podían hacer lo que quisieran, argumentando “decreto del rey”, ¿quién podía demostrar que era mentira? Sin embargo, siempre tenían el temor, que si mentían, podría descubrirse y en ese caso serían reemplazados en el cargo, aparte del castigo que podía llegar a ser la muerte.

Pero cierto día murió el rey, y su hijo pequeño tomó el trono. Los ministros resolvieron hacer una “actuación” frente al nuevo rey, alabándolo, para que no piense en reemplazarlos por otros.

Se presentaron ante él, y uno de ellos comenzó: “señor nuestro, rey, que viva por siempre... vemos que una luz sale de tu rostro... una luz maravillosa, de una gran belleza, que nos da placer y a la vez nos hace temer... un rostro bello, una gracia sin igual... una clara demostración de que eres justo merecedor del trono real...”.

Al rey le gustó escuchar esto, digamos que se lo creyó...

Al cabo de unos meses, le llega al rey un regalo de uno de los reinos vecinos, un regalo importante, un gran “espejo”, que en esos tiempos era algo muy valioso y apreciado.

Cuando el rey abre el regalo y se ve reflejado en él, ve, para su asombro, que ninguna luz sale de su rostro, tampoco ve una gran belleza, ahora se da cuenta de lo que sus ministros le dijeron. Esperó a que ellos vengan a tratar asuntos de gobierno y se anticipó y les dijo: “Ustedes son hijos de la muerte. La vergüenza del reino. Dijeron que una luz salía de mi rostro, y no no veo la luz, veo solamente un rostro negro y feísimo. Dijeron que quien me vea tendrá placer, yo me veo y quiero escaparme, salir corriendo, más que infundir temor, mi rostro ASUSTA”.

No sabían qué decir ni hacer. De pronto uno preguntó: “rey nuestro, ¿a quién le crees, a nosotros o al espejo? El espejo es un mentiroso, él oscurece y afea las cosas. Además debes considerar que él es sólo uno y nosotros siete.”

Este ministro vio que el rey lo escuchaba; entonces, pensando que iba por buen camino, prosiguió:
Hay que castigar al espejo por mentiroso y traidor al rey, con toda la fuerza del juicio. Decretaremos romperlo en pedacitos y tirarlo al mar.

El rey dijo: Como dijiste así se hará. Mañana “ejecutaremos” al espejo.

Al día siguiente, el rey mismo, tomó un martillo y llevó a la práctica su decreto, rompiendo en pedazos el espejo. Juntaron los pedazon y los dejaron a un costado para llevarlos y arrojarlos al mar al otro día.

Otra vez, el rey se levantó temprano para terminar con este asunto, y esperó a que lleguen sus ministros, y les dijo:
Vean qué cosa maravillosa: hace dos días, ustedes anularon el testimonio del espejo, ya que él era uno y ustedes siete, y uno sólo no puede contrariar a siete testigos. Pero ahora, hay varias docenas de “espejitos” que me dicen que no soy nada lindo, que no tengo gracia, que no tengo luz, y por cada uno de ustedes ahora hay varios que atestiguan en su contra. Ustedes son los mentirosos y los merecedores del castigo.

Señor rey, protestaron, ¿cómo un pedazo de vidrio roto puede atestiguar si no tiene ni boca ni lengua, ni ojos ni oídos?; ¿esos vidrios rotos pueden ser más que una persona que tiene entendimiento, dueña de inteligencia y sabiduría?

El rey les dijo: ¿y ustedes se creen inteligentes? Antes dijeron que el espejo era traidor y mentiroso, ahora resulta que el vidrio no tiene boca... No entendieron: el vidrio no tiene boca, pero la naturaleza “grita” como cien testigos juntos, la naturaleza no miente.

El hombre miente, a veces por miedo, a veces por interés, otras por ambición, pero a la naturaleza siempre le podemos creer: nunca miente.

El estudio nos lleva a la sabiduría que nos ilumina el camino. Pero a veces los razonamientos y cálculos de situaciones nos lo pueden oscurecer. Razonamientos “a ciegas”, tratando de prever situaciones que no tienen por qué suceder, nos pueden hacer equivocar el camino. Pero la luz del día nos hace ver las cosas como son. Sin buscar vueltas, lo que vemos nos mostrará el camino correcto.

Esta es también la respuesta a las culturas del mundo que no reconocen Verdad en la Toráh. "Ustedes son muchos como la arena que está a la orilla de los mares. Pero lo que ustedes practican es fundamentalmente mentira, ya que va detrás de los deseos y del orgullo, que son cualidades nada buenas".

En cambio, quien vive de acuerdo a la Toráh, va detrás de las cosas vistas y sabidas. Vimos los milagros y las maravillas que Hashem hizo en Egipto, hablamos “cara a cara” con Boré Olám cuando nos entregó Su Torah, vimos los milagros constantes que se producían en el Bet Hamikdásh, y vimos cómo siempre se hizo Su Voluntad, cómo gobierna el mundo. Estas “vistas” son testimonio irrefutable, transmitido de padres a hijos desde aquel entonces hasta hoy. ¿Podemos siquiera pensar en creer en las tonterías frente a la “vista” de la verdad?

Fuente: Matamim leshuljan Shabat en nombre de Abotenu sipru lanu.
 



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