
EL SINAI QUE CONSTRUIMOS NOSOTROS MISMOS
Queridos amigos:

En nuestra parasháh, es censado el pueblo de Israel, y tras ello, se dispone la formación militar en que continuará su tránsito por el desierto. En medio del campamento viajará el Mishkán, el Tabernáculo u templo portable construido por el pueblo de Israel, que guarda dentro de sí las "Lujót haBrít" (las Tablas del Pacto). En lo sucesivo, sólo desde el Mishkán hablará D's a Moshéh y le transmitirá lo que él habrá luego de volcar al pueblo. Rodeando el Mishkán la tribu de Leví: veintidosmil hombres cuenta entonces Leví, mil por cada letra del alefato, del abecedario sagrado con que es pronunciada la Creación; mil por cada letra en que se desgrana la Toráh y, desde ella, todo lo que Es. Y rodeando el Mishkán, el resto del pueblo, tribu por tribu, en doce líneas que trazan la forma de un Maguén David, una estrella de seis puntas adoptada desde ya como forma en que se habrá de mover por siempre el pueblo de Israel en conjunto.
Se preguntan nuestros sabios acerca de la coincidencia necesaria entre parashát Bamidbár y la conmemoración inmediata de la entrega de la Toráh; y halla el Rambá"m (Maimónides) un paralelismo bellísimo e inquietante: la formación provista por Bamidbár traduce a las posibilidades de todos los tiempos y todos los hombres la escena irrepetible e irrecuperable del pacto único y maravilloso que vivimos al pie del Monte Sinai. Las coordenadas precisas en que se ubica el Monte Sinai, al igual que las del lugar en que reposan los restos mortales de Moshéh, nos son ocultadas por D's; no tenemos modo de recuperarlas y, por consiguiente, tampoco de tentar la reedición de la experiencia. Mas tal como se revela D's en toda su majestad y evidencia en el Sinai, se revelará luego y para siempre en el Mishkán, en el Templo construido por Israel para reposo de la ProVidencia. Y tal paralelismo se expresa claramente en las advertencias que pesan sobre todo Israel en ambas circunstancias. Tanto en Bamidbár I, IV y XVIII como en Shmót (Exodo) XIX, leemos advertencias equivalentes respecto de la muerte que espera a quien no debe acceder al más sagrado de los espacios y viola los límites que su naturaleza le impone. En el Sinai, todo el pueblo debe contenerse de tocar siquiera el pie de la montaña bajo pena de muerte. Otro tanto ocurre con los espacios sagrados del Mishkán. Y amenaza equivalente pesa sobre los propios sacerdotes a cargo del oficio, de no ingresar en estado de la mayor pureza. El Mishkán (y más tarde el Mikdásh, el Templo de Jerusalem que esperamos ver reconstruido en nuestra generación y para ello oramos y plegamos cada día) es en cierto modo un "Sinai portátil", que acompaña a Israel en su travesía. Y de alguna manera, cuando el estado de exilio extremo requiere que carezcamos incluso del Mishkán, es en este instante el propio contenido de nuestro estudio de Toráh con tesón y esmero el que constituye lo más cercano al "Sinai" que nos es dado portar, evocar, erigir, incorporar, para romper desde él los designios del exilio y acceder a la verdadera redención.
A lo largo de toda nuestra parasháh asistimos a los avatares de un censo nacional: cada tribu, y dentro de ella, cada familia, es censada, cada hombre junto al estandarte de los suyos, cada quien a la orden en su función específica. Porque es Israel en conjunto el que puede realizar de modo pleno el pacto que le une al Creador; mas ello es posible únicamente desde la especificidad, desde la individualidad irrepetible de cada uno. La Toráh no nos traza un camino de uniformidad forzada sino, antes bien, de respeto a la individualidad, de crecimiento desde cada uno hacia el colectivo, desde las capacidades especiales de cada quien, desde las inclinaciones, las búsquedas, el modo de amar la Verdad y de vivirla que cada quien es capaz de hacer crecer en sí. Y éste mensaje, de cara a los esponsales, a la celebración del Pacto con el Creador el próximo martes a la noche cuando comience Shavuót, es de importancia vital. El camino de la Teshuváh, del retorno a la respuesta, se encuentra abierto ante todos, y hay una senda especial signada para cada uno. La Toráh establece el camino; el hombre, desde quien es, lo dibuja en su propio destino. Y así dice el Zohar sagrado en nuestra parasháh: "Estudiamos: el lugar que los poseedores de la Teshuváh ocuparán en el mundo venidero, está vedado a los 'tsadikím guemurím', a los justos perfectos" que nacieron dentro de la respuesta, de la Verdad, y ningún esfuerzo hubieron de hacer para arribar a ella. Es mucho más alto el desafío de quien retorna, en nuestra generación, al ejercicio de la Verdad desde el estudio y la práctica de la Toráh, que el de quien ha nacido en ella y sólo (¡sólo!) ha de continuar el camino.
Sea voluntad de D's darnos la fuerza de estar entre los verdaderos poseedores de la Teshuváh. Sea Su voluntad que no nos desviemos del camino, y que sepamos, haciendo uso de cuanto nos ha enseñado la vida y de la experiencia maravillosa de cada momento de Toráh aplicada a nuestro tiempo, atraer sobre nosotros, sobre quienes amamos, sobre Israel y la Creación toda, la pronta y completa Redención.
Con vosotros, con amor, bendiciéndoos de cara a la fiesta de Shavuót,
y deseándoos Shabát shalóm,
daniEl I. Ginerman
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APRENDIMOS EN LA GUEMARA ESTA SEMANA:
EL PODER DE LA PLEGARIA DE UN HOMBRE SAGRADO

Rabí Janina ben Dosa iba por el camino, cuando repentinamente se desató una fuerte lluvia. Se detuvo y clamó: Amo del universo: todos los pobladores están satisfechos porque las lluvias riegan los campos, ¿mientras Janina yace afligido en su andar por el camino bajo el agua?.
Inmediatamente cesaron las precipitaciones a causa de su plegaria.
Cuando hubo llegado a su hogar, clamó delante del Creador: Todos los pobladores están inmersos en aflicción porque las lluvias no descienden para regar los sedientos campos, ¿mientras Janina yace confortablemente en su casa?.
Comenzaron nuevamente a descender las precipitaciones a causa de su plegaria.
(Talmud Bablí, Tratado de Taanít, 24b)
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LLEGAR A CONOCER QUIEN SOY
por Rav Dorón Rosilio
Dice el midrásh que estaba el pueblo de Israel en el desierto y D's les ofreció la sagrada Toráh. Respondieron y dijeron: "Haremos, y Oiremos". Emergió una voz del firmamento y preguntó "quién reveló a Mis hijos este profundo secreto", puesto que "haremos y oiremos" es una respuesta maravillosa que contradice toda lógica: se supone que uno "oye" (atiende, comprende) primero, para decidir y emprender la acción después.
Siempre tomé este midrásh como símbolo de la capacidad del pueblo de Israel de anularse, de supeditarse ante la manifestación grandiosa de la Toráh, de anular la lógica mezquina de sus mentes para tornarse capaces de incursionar en el secreto de la razón Divina de la Verdad.
Todos nosotros somos, en esencia, chispas de Divinidad alojadas en este mundo material con una meta. Pero si somos chispas de divinidad, si del espacio ilimitado provenimos y esa misma ausencia de límites es el anhelo de nuestras almas, ¿por qué no podemos romper las barreras y saltar al infinito del tiempo, del espacio, de la mente? La respuesta a esta pregunta ardiente la hallo en las palabras del Rav de Piasezna: estamos en este mundo, rodeados, envueltos en circunstancias externas que definen los límites de nuestra personalidad y el alcance de nuestros actos. Y nuestro trabajo radica en trabar relación con ese entorno que nos rodea y nos envuelve tanto sensorial como intelectualmente, para revelar, gota a gota, paso a paso, hacia fuera, la esencia pura que albergamos en nuestro interior, y hacer que se superponga a toda la influencia a que estamos sujetos por parte del mundo material. Y en nada cambia para este trabajo la gran variedad de modos en que se presenta la influencia exterior entre tierra y tierra, entre idioma e idioma, entre color y color. La variedad nos enriquece y alimenta las herramientas para el conocimiento de nosotros mismos, el conocimiento que vive en lo más profundo de nosotros y que estamos llamados a recuperar.
Recién cuando, desde donde sea que uno esté, se conecta íntimamente con la realidad grandiosa de la Toráh, de la mente Divina; recién cuando uno tiende a hacerse Uno con el Creador, comienza a operar y realmente funcionar el milagro de la revelación. Entonces, recién, descubres tu esencia de ser ilimitado. El conocimiento de la Toráh va agregando a tu descubrimiento una capa tras otra, uno tras otro escalón, y la capacidad de tu corazón crece en un proceso maravilloso y vivificante, dulce como la miel y de a ratos amargo, que te derriba y te iza y te abisma y te encarama una y otra vez. Y aprendes que por fin estás viviendo el verdadero viaje de la vida, cuando dejas por fin de lado los prejuicios y las ideas pequeñas y humanas que te acompañaban, y tu lógica y la que llamabas "sabiduría de la vida"; y todo ello va dejando su lugar a la Toráh que se expande dentro de tí dándote nueva forma, para que seas capaz de decir "Naaséh veNishmá", "Haremos, y Oiremos". En el decurso, descubres que no estás renunciando a ser quien eres, sino que apenas vas comenzando a descubrirlo, a hallar la grandeza inmensa e insospechada de quien albergas en tu interior y carecías de instrumentos para revelar.
Porque por fin, cuando hayas logrado incorporar la Toráh a tu propia naturaleza, hallarás el verdadero sentido de cuanto has aprendido en la vida, que se incorporará con nueva luz a conformar ese ser luminoso, único e irrepetible, que has nacido para ser. Ese es, finalmente, el secreto profundo de nuestra respuesta al pie del Monte Sinai: "Haremos, y Oiremos".
Les quiere,
Dorón
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IGUERET HARAMBA"N
Lo que sigue es la carta con consejos que escribió el Rambá"n (Najmánides), desde Israel, a su hijo que había restado residiendo en Catalunya. La perfección de su síntesis y su carácter luminoso la han transformado en guía para los hombres y mujeres judíos en todas las generaciones, y su lectura atenta y frecuente es muy recomendable para todos.
Presta atención, Hijo mío a la disciplina de tu padre y no deseches los consejos de tu madre. Habitúate a hablarle amablemente a toda la gente en todo momento. Este proceder te protegerá de la ira, una máxima falla de carácter que induce a la persona a pecar. Nuestros Rabinos nos enseñaron lo siguiente: "Todo aquel que se inflame preso de la ira, estará sujeto a la disciplina del Gehinnom -Infierno-, tal como está escrito: Destierra la ira de tu corazón y elimina el mal de tu carne. El mal al que aquí se hace referencia es el Gehinnom, tal como está escrito: Y los perversos están destinados para el día del mal.
Una vez que te hayas alejado de la ira, la cualidad de la humildad entrará en tu corazón. Esta auténtica cualidad es la más sublime de todas las virtudes admirables, así como lo expresan las Escrituras: Siguiendo inmediatamente a la humildad viene el temor a D's. A través de la humildad, se intensificará en tu corazón el temor a D-s, ya que siempre tendrás presente de dónde has venido y adonde estás destinado a ir. Te darás cuenta de que en la vida eres tan frágil como la larva o el gusano -y con más razón en la muerte. Es este sentido de la humildad, el que te recuerda de Aquel ante Quien serás convocado para el juicio o el Rey de la Gloria. De El está escrito: Mira, el cielo y el cielo de los cielos no puede contenerte a Ti, ni seguramente tampoco el corazón de los hombres. Está escrito además: ¿No lleno Yo el cielo y la tierra? dice D's.
Después de que hayas pensado seriamente sobre estas ideas habrás de temer a tu Creador, y estarás a salvo del pecado. Una vez que hayas adquirido estas magníficas cualidades, estarás feliz entre tus semejantes.
Cuando tus actos muestran una genuina humildad - cuando tengas una actitud modesta ante el hombre y temerosa ante D-s; cuando actúes cautelosamente frente al pecado - cuando el espíritu de la Presencia de D-s se pose sobre tí; habrás de vivir el Mundo del Futuro.
Y ahora hijo mío, entiende claramente que aquel que tiene arrogancia en su corazón hacia otros hombres se rebela contra la soberanía del cielo, porque se está glorificando a sí mismo con las vestiduras propias de D-s, porque está escrito que el Eterno reina, y El viste el manto de la grandeza.
Porque en realidad, ¿de qué debería estar orgulloso el hombre? Si tiene riqueza -es D's quien lo hace próspero. Si posee honores -¿no pertenece a D-os el honor? Tal como está escrito: La riqueza y el honor provienen de Tí: ¿cómo puede alguien glorificarse a sí mismo con el honor de su Creador? Si se enorgullece de su sabiduría, hazle entender que D-s puede quitarle el habla a los más competentes y despojar de la sabiduría a los ancianos."
De tal manera, todos los hombres están en pie de igualdad frente a su Creador. En Su furia El derriba a los encumbrados; en Su buena disposición El eleva a los oprimidos. Por lo tanto, hazte humilde y de este modo el Eterno te elevará.
Por esta razón, te explicaré de qué modo puedes habituarte y lograr la cualidad de la humildad, y mantenerte siempre con ella. Que tus palabras tengan un tono amable; manten la cabeza inclinada.
Baja tus ojos, y eleva tu corazón hacia el cielo; y cuando hables no fijes tu mirada en tu interlocutor. Que todos los hombres se vean más grandes que tú ante tus ojos; si alguien es más sabio o acaudalado que tú, deberás mostrarle respeto, y si otro es pobre, y tu fueras más rico o más sabio que él, considera que puede ser más virtuoso que tú: si comete pecado, ello podría ser el resultado de un error por su parte, en tanto que tu transgresión sería deliberada. En todas tus palabras, acciones y pensamientos -en todo momento- imagínate en tu corazón, que estás de pie ante la presencia del Ser Sagrado y Bendito que es Él, y que Su Presencia se ha posado en tí. Verdaderamente, la gloria de Hashem llena el universo. Habla con reverencia y temor, como lo haría un sirviente en presencia de su amo. Actúa con moderación en la compañía de otras personas: si alguien te llama, no le respondas a gritos, sino que le contestarás amablemente - en un tono bajo de voz, tal como lo haría alguien en presencia de su consejero.
Ten cuidado de estudiar siempre la Torah asiduamente, de manera tal que te será posible cumplir sus mandamientos. Cuando te levantes de tu estudio, pondera atentamente el contenido de lo que has aprendido, y analiza qué es lo que puedes llevar a la práctica de ello.
Revisa tus actos cada mañana y cada noche, y de esta manera podrás vivir todos tus días con un sentimiento de arrepentimiento.
Expulsa los asuntos externos de tu mente, cuando estés orando; prepara cuidadosamente tu corazón en la presencia del Sagrado. Purifica tus pensamientos, y pondera tus palabras antes de pronunciarlas.
Condúcete de acuerdo a estas normas en todos los esfuerzos que realices mientras vivas. De esta manera habrás de evitar seguramente las transgresiones; tus palabras, acciones y pensamientos serán intachables. Tu plegaria será pura y clara, sincera y placentera para D-s, El que es Bendito, y será tal como está escrito: Cuando Tú preparas sus corazones (para concentrarse), Tú estás atento (a sus plegarias).
Lee esta carta una vez por semana y no descuides nada de su contenido. Cúmplela, y al hacerlo condúcete según ella y en los caminos indicados por Hashem, que sea El bendecido, de modo de que puedas tener éxito en tu conducta y ser merecedor del Mundo del Futuro, que permanece escondido y destinado a los virtuosos. Cada día en que leas esta carta, el cielo responderá a los deseos de tu corazón.
Amen. Selah.
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